Las hijas de la diosa chibcha ‘Huitaca’

abril 29, 2012

Sus rostros fueron retratados y logran impacto internacional

El fotógrafo colombiano Carlos Saavedra recorrió pueblos y veredas de su país durante dos años en busca de los rastros ancestrales y primigenios de Huitaca la diosa antipatriarcal del pueblo chibcha y los presenta actualmente en una exposición que contiene imágenes de mujeres y niñas que viven en diversas regiones del país, retratadas en escenarios naturales

Teresa Sosa

Muchos de los mitos de las culturas prehispánicas sobre la creación del mundo y de los seres humanos hablan de un primigenio estado femenino del universo. La Diosa Madre gobernaba desde las entrañas de la tierra. Pero luego, cuando el patriarcado se impuso sobre las sociedades que se regían por el derecho materno y la descendencia matrilineal, surgieron otras diosas irreverentes ante el patriarcado como Huitaca, que se opuso al orden del dios patriarcal Bochica

Veamos lo que sucedió. Durante el proceso de la colonización de las Américas, la evangelización católica realizó un sincretismo cultural de las religiones indígenas y las monoteístas de occidente en torno al eurocentrismo. Este proceso de sincretismo buscó fundamentar la evangelización de los pueblos nativos, haciéndoles percibir la iconografía cristiana como algo ya inculturado y conocido en su propia civilización, a partir de las equivalencias entre una iconografía y otra. Los mitos inculcados por la evangelización católica en las Américas guardan similitud con algunos mitos de la cultura griega.

En cuanto a lo que a la cultura chibcha o muisca se refiere, ésta se ubicó en el altiplano cundiboyacense, Colombia. Constituyó uno de los pueblos más avanzados en la zona nor-oriental de Sudamérica y desaparecieron con la conquista española en el siglo XVI. Roberto Restrepo, investigador colombiano, dice que los chibchas se regían por el derecho materno y la descendencia matrilineal, y los mitos cosmogónicos de la creación del mundo y del hombre descansaban sobre el papel protagónico de la Diosa Madre, pero posteriormente la sociedad se reorganizó y el culto patriarcal apareció a finales del neolítico y comienzo de la edad de los metales, desplazando la organización matriarcal, signada por las diosas Chía y Bachué,  mitos que estaban en relación con la fertilidad de los campos, las cosechas y la influencia de la mujer, tan importantes para la supervivencia de la especie humana.

Lucha entre el matriarcado y el patriarcado

El culto patriarcal trajo consigo al predicador, dios Bochica, un hombre «no conocido de nadie».Las características del dios patriarcal Bochica, descritas en textos consultados para esta crónica de hoy, responden a valores estéticos e ideológicos de los líderes religiosos católicos, presentes en la literatura de cronistas de la colonia; se tiende a describirlo físicamente de conformidad con los cánones estéticos europeos en cuanto al color de piel, de ojos y cabello.

Era un anciano venerable de larga barba blanca hasta los pies, piel blanca y ojos azules, vestido con una manta grande, que lo cubría casi hasta los pies;  el relato lo describe como un dios que quería mucho a los indios, les enseñó virtudes, como trabajar la tierra, los metales, las piedras preciosas.

Bochica le aseguró  a los chibchas que en cuanto viviesen de acuerdo con lo que les había enseñado, serían felices y gozarían de la protección y bendiciones de Zoé, el  dios supremo gobernador del mundo; y que, al contrario, si no eran justos y virtuosos, si olvidaban el culto de Zoé, si eran crueles y orgullosos y perversos, el castigo de Zoé recaería sobre ellos.

Ante la nueva situación que dio un mayor poder al hombre, apareció la diosa Huitaca, esposa rebelde de Bochica, hermosísima y de grandes resplendores, poseedora  de los misterios de la maternidad. Dice el relato que ésta  predicaba a su pueblo la necesidad de una vida ancha, alegre, llena de juegos, placeres y borracheras, precisamente contra todas las predicaciones de Bochica.

Bochica castigó a Huitaca por sus malas enseñanzas, de persuadír  a la gente de oponerse a su poder y control patriarcal, el organizador social de esa cultura, por eso, “le dio plumas y transformó sus miembros en lechuza e hizo que anduviera sólo de noche como guardiana de la oscuridad”.

Este mito para algunos autores representa la lucha entre el matriarcado y el patriarcado.

Exposición Las Hijas de Huitaca

El fotógrafo colombiano Carlos Saavedra, que ha sido llamado por muchos como un «Retratista de la realidad”, quiso revelar el influjo de la diosa Huitaca que aún pervive en estos días en la mirada y en el rostro de sus descendientes. “Durante los viajes que hacía por carretera de Cartagena a Bogotá, me causó curiosidad la transformación y la intensidad de los rostros que encontraba en las distintas veredas y zonas rurales”, dice. Saavedra se interesó así en visibilizar la fuerza de las mujeres que habitan y avivan el campo y los pequeños pueblos del territorio colombiano.

“Antes de la llegada de los europeos y el catolicismo, los nativos adoraban a la naturaleza y a la Madre Naturaleza representada por la diosa Huitaca.  Yo quería desprenderlas de las capas de los estereotipos que las mujeres colombianas han sufrido y volver a los valores simples de la tierra y la belleza natural de las mujeres que la trabajan”  (Carlos Saavedra)

Para esta muestra, que estará hasta finales de abril de este año en el corredor de exposiciones de la Cinemateca Distrital de Bogotá, el fotógrafo cartagenero, que recorrió  el país durante dos años, acompañado por una cámara de medio formato y una gran carpa blanca que utilizó como estudio fotográfico ambulante. En esa especie de caja de luz donde los rayos del sol se difractaban y creaban un ambiente de ensueño, retrató a decenas de mujeres, entre niñas y ancianas.

“Utilicé la técnica análoga porque da una textura especial que no tienen las fotos digitales”, afirma Saavedra, quien capturó la alegría, el dolor y los secretos indescifrables en las miradas de estas mujeres que fueron elevadas a diosas. Con fotografías de 110 centímetros por 110, cada arruga, cada sombra y cada accidente sobre la piel cuenta una historia.

Entre ellas hay “ancianas con un brillo casi pueril en su mirada de ilusión o en su mohín de enfado. Niñas que en sus ojos parecen reflejar secretos ancestrales. Algunas con los rostros acanalados por arrugas que recuerdan raíces centenarias o las cansadas marcas de los surcos del arado. Otras lucen francas sonrisas cuya dentadura recuerda los torcidos e intrincados senderos del destino”, dice la escritora bogotana Susana Castellanos de Zubiría.

Algunas de las fotografías ya han sido exhibidas en Londres y una de ellas resultó seleccionada en el concurso anual de fotografía de la National Geographic. Después de su paso por Bogotá, Saavedra expondrá su serie de imágenes en Washington y Nueva York. “Si nos acercamos con cuidado a cada uno de estos rostros descubriremos que en lo profundo de sus miradas puede verse el brillo de los ojos de la Madre Tierra”, asegura.

FUENTES:

1-PaulaSantana, El Espectador, Colombia/ 2. Carlos Saavedra / www.septima.com.co/3- María Claudia Munévar,»Transición al patriarcado en los mitos cosmogónicos chibchas”.

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