Ratzinger y el sacerdocio femenino

Por: Juan Bedoya/ Blogs ELPAIS.com

En teoría, cada obispo es pontífice en su diócesis, y el obispo de Roma ejerce de coordinador a la manera de un primus inter pares. Pura ilusión. El creciente poder del catolicismo romano en el conjunto de la Cristiandad no permitió mucho tiempo esa situación, ganando para su prelado, muchas veces manu militari, el título de pontífice máximo, que nombra o destituye, y premia o castiga.

Pese a todo, desde el Concilio Vaticano II el Papa guardaba las apariencias, forzado por el qué dirán. El Vaticano II fue una demostración de poder de los obispos de todo el mundo frente a la Curia. Convocados por Juan XXIII que le ayudasen a modernizar la Iglesia (la palabra fue aggionamento) y a torcer el brazo a las resistencias de la Curia (Gobierno del Estado vaticano), 3.500 prelados en números redondos ejercieron su libertad a fondo durante tres años, asesorados por los mejores teólogos.

Empezaron por la supresión del Santo Oficio de la Inquisición y la creación de un sínodo de obispos para ayudar al Papa en el futuro. Es decir, apuntalaron (o creían hacerlo) el principio de la colegialidad del mando eclesial.

Ya se ve lo poco que duró ese sueño, sobre todo desde que accedieron al poder Juan Pablo IIde civil Karol Wojtyla, polaco de nacimiento, y el alemán Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI…

Continuación:

http://blogs.elpais.com/mujeres/2011/05/ratzinger-sacerdocio-femenino.html

 

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