Lina López de Aramburu, primera novelista venezolana

junio 16, 2013

Numerosas mujeres venezolanas del siglo XIX que tenían talento para la escritura consideraron que además de ser las encargadas de continuar la especie también estaban destinadas a contribuir en la construcción del lenguaje y de la cultura al reproducir su palabra para que se transmitiera a las nuevas generaciones desde una perspectiva formadora, educativa y moralizante. Ese es el caso de Lina Lopez de Aramburu.

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Teresa Sosa

De Lina López de Aramburu sólo se sabe que fue una ciudadana del siglo XIX a quien le decían Zulima. En el “Primer Libro Venezolano de PDM DOM 16  JUNIO LEYENDA UNICALiteratura, Ciencias y Bellas Artes” (Caracas, 1895), Manuel Landaeta Rosales la menciona como poeta y novelista caraqueña.

“De “Zulima” como la nombraron aquellos que la conocieron, solo se sabe que escribió tres nove­las, algunas piezas de teatro y varios poemas. El medallón (1885), Un crimen misterioso (1889) y Blanca, o consecuencias de la vanidad (1896), son sus novelas tiradas por las prensas oficiales en  dis­cretas cantidades. María o el despotismo (1885) y La carta y el remordimiento (1900) fueron dos de sus piezas dramáticas llevadas a las tablas. Sus composiciones poéticas vieron la luz en hojas periódicas o las fue dejando Lina, de su puño y letra y de tarde en tarde, en los álbumes de sus más preciados afectos, como era usual en aquellos tiempos.” (Un Crimen Misterioso. Edt.Perro y la Rana, 2007)

 El deseo de  esta escritora de sembrar su discurso en las nuevas generaciones se observa en el mensaje-prefacio escrito por Lina López de Aramburu, para abrir la novela Blanca o consecuencias de la vanidad: A mi hijo Eduardo. A quién sino a tí puedo dedicar esta última producción de mi intelecto;… Acéptala, pues, para que más tarde se la hagas leer a tus hijos, para que recojan en  parte la simiente que he procurado cultivar en el corazón de los míos…” (López de Aramburu 1896).

Si es cierto que ella fue la primera escritora venezolana y cierra la puerta a cualquier duda al respecto, podría afirmarse entonces, que con López de Aramburu comienza el camino de la narrativa producida por mujeres en Venezuela, senda dominada completamente por el hombre desde el comienzo de la década del cuarenta del siglo XIX.

Lina López de Aramburu, insertada dentro de un cerrado mundo convencional marcado por estrictas normas religiosas y sociales, escoge para sus novelas el espacio de lo doméstico y de la tradición sociocultural que la rodea. Esto le sirve para representar en el universo novelístico, realidades vividas por sus personajes femeninos, y para exhibir las penalidades que deben afrontar por el hecho de ser mujeres: sometidas al control del hombre, limitadas por la falta de educación y encasilladas dentro de rígidos patrones sociales.

Al estudiar algunos de los conflictos que reprodujo la escritura femenina se entiende mejor lo que significó ser escritora en el siglo XIX. Ellas, a través de representar vidas de mujeres en una cultura androcéntrica, organizaron su forma de pensar sobre lo que el acto de la escritura podría significarles, tanto en lo social, en lo cultural como en lo biológico. El mensaje que emiten estos textos es siempre tranquilizador para ciertos sectores de la cultura; porque el contexto comunicacional que implica esta función sólo sirve para reforzar las ideologías imperantes.

 Las novelas

En sus tres novelas, publicadas en un plazo de once años, “Zulima” se centra en lo moralizador y reflejar, sobre todo, el papel de la mujer en la sociedad de la época. La mujer debía ser sumisa, obediente, dedicada la maternidad, fiel hasta la muerte, y esas condiciones deben llegarle a través de la educación, en la que no debe haber demasiada cultura (Berta en “Un crimen misterioso”).

En “Un crimen misterioso” tanto Berta como su marido, Santelmo, que han actuado mal, terminan plenamente redimidos por la contrición. “Zulima”  muestra el papel de la mujer en la sociedad, por Berta en el capítulo I (“Berta de Santelmo”), cuando en un parlamento la protagonista dice:

 “Querido Esteban la verdadera felicidad se encuentra en el hogar doméstico, las alegrías fuera de él, siempre ofrecen al fin penas y desagrados porque el verdadero afecto lo dan la esposa, la madre y los hijos”.

En general se acepta que “Un crimen misterioso” es la mejor de las tres obras de López de Aramburu. Sus primeros párrafos son los siguientes: 

“Una mañana del mes de enero del año 1861, los vecinos de los alrededores de la Matanza Real, fueron sorprendidos por un acontecimiento bastante raro en la ciudad de Caracas. (…) La Matanza Real como se llamaba entonces, era un edificio derruido donde no se beneficiaba y sólo servía de refugio a familias paupérrimas. (…) Este antiguo edificio, convertido hoy por nuestro Regenerador en elegante matadero, estaba circuido por incultas vegas que servían de camino a aquellos pobres vecinos para ir a surtirse de agua en el río Guaire. (…) En esa mañana que era fría y neblinosa y en la vega limítrofe a dicho río, se veían agrupados los vecinos, llenos de sorpresa. (…) Era la causa, que había amanecido en dicho lugar la ropa blanca y algo del mobiliario de la casa que revelaba ser de una familia acomodada; allí había trajes de señora, de ricas telas, desde la pieza interior hasta las joyas de oro. (…)  En el colchón había una charca de sangre congelada y en dos partes estaba atravesado por dos puñaladas.” 

En la novela el hallazgo criminal no desata investigación alguna. La narradora en  forma lineal comienza a contar la historia que la motiva .Berta, recibe una educación nada común, y al casarse con Santelmo la deja de lado para convertirse en la perfecta casada, éste la desprecia con el hecho de tener queridas y aventuras por doquier

De “Blanca; o consecuencias de la vanidad” (1896) puede decirse más o menos lo mismo que de “Un crimen…

Su argumento es algo más simple: gira sobre Blanca Villamizar, niña muy linda que fue malcriada por su padre, y que tiene como contraparte a Julia Urquiza. Tiempo después, Blanca, ya señora de Salinas, tiene un flirt con Julián Rovira, empleado de Salinas, el marido cree que ella le ha sido infiel y la arroja de su casa para irse con sus hijos a Europa. Blanca se niega a apelar a su familia y se vuelve loca.

Por casualidad Julia encuentra un día a Blanca, convertida en “la loca de Tacagua”, y la rescata para que un médico la trate y la cure, y le haga creer que lo que sufrió fue un sueño. Casualmente el marido de Blanca descubre que no le fue infiel. Blanca recupera la cordura y hasta tiene otros dos hijos. Todos terminan “radiantes de felicidad” por haber redimido a Blanca.

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