Por: Lina Ben Mhenni/El País/Blog Mujeres
Cuando mi padre me llamó, el lunes 11 de abril hacia las 19 horas, para decirme: “¡Mabrouk!”, pensé que me felicitaba por la aprobación -tan esperada- del Código Electoral.
Pero una alegría cómplice, claramente perceptible en su voz, y el hecho de que insistiera en destacar que nos felicitaba al mismo tiempo y juntas a mi madre y a mí, me hicieron sentir de inmediato que su felicitación era además por otra cosa. De modo que mi sorpresa, que habría podido ser estrepitosa, no lo fue tanto, sino que se convirtió en algo mejor: en éxtasis. “¡La Instancia ha aprobado la paridad!“, exclamó.
Orgullosa y feliz, pero también incrédula, me dirigí de forma instintiva hacia mi balcón y me puse a contemplar el mar. Y entonces me vinieron a la mente: Elissa-Didon, Sophonisbe, La Kahèna, Aziza Othmana, Toumana, la abuela materna de mi padre, una santa entre los santos y rebelde feminista antes del movimiento de liberación de la mujer.
Fuente:
http://blogs.elpais.com/mujeres/